5 Recomendaciones sobre Oración A San Benito que usará Hoy
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oración a san benito
Alcánzanos el don de la paciencia y la felicidad de perdonar las ofensas, tú que perdonaste a los que atentaron contra tu vida y te expulsaron de tu país, y que misericordiosamente pediste al Señor les perdonara, llorando su ceguera y terrible fin. ¡Oh glorioso San Benito que venciste al demonio y triunfaste de sus engaños! Alcánzanos la gracia de resistir sus sugestiones y de huir de toda ocasión de pecado. que enseñando una vida parca, de renuncia y trabajo, aborreciste la ociosidad, inspíranos amor al trabajo y a la abnegación de mismo para proseguir a Cristo.
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Benito nació en Nursia, Italia, en el año 480. Su acaudalada familia le proporcionó una sólida capacitación humanística en Roma, pero él, decepcionado con todo cuanto veía en la localidad, decidió retirarse al monte Subiaco para llevar una vida de ermitaño en una gruta, destinado a la oración.
Allí ingresó una enorme especialidad basada en unas costumbres estrictas que los frailes no toleraron, llegando incluso a intentar envenenarlo. Tras este incidente, San Benito decidió regresar a su vida solitaria en Subiaco, donde muchas gentes, atraídos por la gran popularidad que iba consiguiendo Benito, quisieron transformarse en sus discípulos. Cada vez eran más las gentes que llegaban y llegó a haber hasta 12 casas donde se alojaban los nuevos monjes. Pero esta formación, como después diría San Gregorio Magno, no fue lo primordial para el Beato quien, lejos de comulgar con el modo de vida de roma, se retiró a Subiaco, donde decidió dedicar su historia a la oración.
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Ambos lados de esta medalla reversible y doble cara están grabados con las letras y la imagen del beato. La Eucaristía es el centro de la Liturgia, así como de la vida cristiana. Por tal razón, ocupa el primer lugar en nuestra vida monástica. En el sacrificio de la Santa Misa, la Red social monástica se reúne en torno al altar para renovar el memorial de la desaparición y resurrección de Jesús, Sacramento de unidad y de amor que une a los monjes entre sí, con la Iglesia Universal, con Cristo.
Cuenta la leyenda que Apolo, en venganza, en el momento en que estaban creando el monasterio, desmoronó una de sus paredes y aplastó a un monje; Benito decidió rezar y, al retirar los escombros, apareció el monje ileso. Otra historia de historia legendaria asegura que un día los frailes encontraron cerca de allí una piedra que querían utilizar en la construcción del monasterio, pero eran incapaces de moverla aunque no parecía tan pesada; en el momento en que llegó Benito, bendijo la piedra y lograron transportarla con facilidad. La popularidad de sus milagros y el deseo de varios de seguir su modelo de vida hicieron que sus seguidores fueran poco a poco más numerosos, lo que provocó la envidia de Florencio, un sacerdote que tenía su parroquia cerca del monasterio. Un día le envió como obsequio un pedazo de pan envenenado, pero, en el momento en que Benito descubrió la trampa, mandó a un cuervo al que nutría a diario llevarse el pan en su pico y arrojarlo donde absolutamente nadie pudiese encontrarlo. Cuando el cuervo cumplió su misión, volvió a recibir el alimento que Benito le solía proporcionar. Florencio, por su lado, recibió el castigo de Dios al fallecer aplastado por el derrumbamiento de su vivienda, lo que produjo en Benito una inmensa pena. Nuestro Cristo santificó el trabajo con su trabajo de artesano.
San Benito fue un monje italiano del siglo VI, creó las ordenes monásticas de occidente y consagró su historia a la oración, a la penitencia y a sus hermanos. San Benito tiene dos festividades, el 21 de marzo, muerte de san Benito, pero por encajar casi siempre con la cuaresma se festeja con solemnidad el 11 de julio «día de nacimiento para el Cielo». ¡Oh glorioso San Benito, cuya alma en tu dichosa muerte, fue elevada al cielo en la mitad de ángeles y santurrones, siendo consolados tus acólitos por la revelación de tu gloria! Concédenos del Señor, la felicidad de la perseverancia final, de una buena muerte y de tu asistencia e intercesión en nuestro último día. San Benito, suplica por nosotros.Tres Avemarías.
Concédenos la gracia de santificar nuestros afectos más queridos. ¡Oh glorioso San Benito, que fuiste blanco de persecuciones y guardaste la paz de tu alma por medio de la tiernicidad de la paciencia!
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