Detalles sobre Oracion San Benito
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oracion san benito
45 Vamos, ya que, a instituir una escuela del servicio divino, 46 y al hacerlo, esperamos no establecer nada que sea áspero o penoso. 47 Pero si, por una razón de igualdad, para corregir los vicios o para conservar la caridad, se dispone algo más estricto, 48 no huyas enseguida aterrado del camino de la salvación, pues éste es imposible emprender sino más bien por un comienzo estrecho. 49 Mas en el momento en que progresamos en la vida monástica y en la fe, se dilata nuestro corazón, y corremos con inefable tiernicidad de caridad por el sendero de los mandamientos de Dios. 50 Así, no apartándonos jamás de su magisterio, y perseverando en su doctrina en el monasterio hasta la desaparición, participemos de los sufrimientos de Cristo por la paciencia, a fin de merecer también acompañarlo en su reino. 39 En el momento en que le preguntamos al Señor, hermanos, sobre quién moraría en su casa, oímos lo que hay que hacer para habitar en ella, a condición de cumplir el deber del morador. 40 Por consiguiente, preparemos nuestros corazones y nuestros cuerpos para militar bajo la santa obediencia de los preceptos, 41 y roguemos al Señor que nos conceda la asistencia de su felicidad, para cumplir lo que nuestra naturaleza no puede.
Decidió dejar Roma y el planeta para evitar la vida libertina de dicha ciudad. Vivió como ermitaño por varios años en una zona rocosa y agreste de Italia. Radicaba por aquel tiempo una red social de monjes cuyo abad había muerto. Pronto se puso en prueba que las estrictas nociones de disciplina monástica que San Benito observaba, no se ajustaban a , porque quería que todos viviesen en celdas horadadas en las rocas. Exactamente el mismo día regresó a Subiaco, no para continuar llevando una vida de retiro, sino con el propósito de comenzar la enorme obra para la que Dios lo había listo a lo largo de esos tres años de vida oculta.
Cartilla De San Benito
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4 Frente todo pídele con una oración muy constante que lleve a su término toda obra buena que comiences, 5 para que Aquel que se dignó contarnos en el número de sus hijos, no tenga jamás que entristecerse por nuestras malas acciones. ¡Oh glorioso San Benito, cuya alma en tu dichosa muerte, fue elevada al cielo en la mitad de ángeles y beatos, siendo consolados tus discípulos por la revelación de tu gloria! Concédenos del Señor, la felicidad de la perseverancia final, de una buena muerte y de tu asistencia e intercesión en nuestro último día. ¡Oh glorioso San Benito, que inundaste de consuelo el corazón de tu hermana Santa Escolástica, llenándolo del amor de Dios y de las bienaventuranzas del cielo!
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Atraída por la obra de su hermano y por su vida edificante, Santa Escolástica fundó asimismo un monasterio, en este caso para mujeres, cerca de Monte Casino. Murió Benito el año 543 tras haber dejado su conocida Regla para la ordenación de los monasterios. 5 En ningún sitio, absolutamente, sea la edad la que determine el orden o dé preeminencia, 6 porque Samuel y Daniel siendo pequeños, juzgaron a los ancianos. 7 De esta manera, excepto los que, como afirmamos, el abad haya impulsado por fundamentos superiores, o degradado por alguna causa, todos los demás guarden el orden de su ingreso a la vida monástica. 8 Por ejemplo, el que llegó al monasterio a la segunda hora del día, sepa que es menor que el que llegó a la primera, cualquiera sea su edad o dignidad. 9 Pero con los niños, mantengan todos la disciplina en todas y cada una de las cosas.
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4 Si alguno llega a las Vigilias tras el Gloria del salmo 94 , 5 no ocupe su puesto en el coro, sino el último de todos o el sitio separado que el abad determine para tales negligentes, a fin de que sea visto por él y por todos. 6 Entonces, al terminar la Obra de Dios, realice penitencia con pública satisfacción. 1 En el momento en que sea la hora del Oficio divino, ni bien oigan la señal, dejen todo lo que tengan entre manos y asistan con enorme eficacia, 2 pero con gravedad, para no ocasionar disipación. 8 Las mismas Vísperas celébrense de tal modo que los que comen, no precisen luz de lámparas, sino que todo se concluya con la luz del día.
9 Pero si alguno desprecia hacerlo, sométaselo a pena corporal, y si fuere contumaz, expúlsenlo del monasterio. 1 El bien de la obediencia debe ser practicado por todos, no solo respecto del abad, sino que los hermanos también tienen que obedecerse unos a otros, 2 a sabiendas de que por este sendero de la obediencia irán a Dios. 7 Tómese la misma medida con aquel que se atreva a salir fuera de la clausura del monasterio y también ir a algún parte, o llevar a cabo algo, por pequeño que sea, sin permiso del abad. 6 Si es viable, debe crearse el monasterio de modo que tenga todo lo necesario, o sea, agua, molino, huerta, y que las distintas artes se ejerciten dentro del monasterio, 7 para que los frailes no tengan necesidad de andar fuera, porque esto no es conveniente de ninguna manera a sus almas. 18 Si se ve que este prior es vicioso, o que se ensoberbece engañado por su encumbramiento, o se verifica que desprecia la santa Regla, amonésteselo verbalmente hasta 4 ocasiones, 19 pero si no se enmienda, aplíquesele el correctivo de la especialidad regular. 20 Y si ni de esta manera se corrige, depóngaselo del cargo de prior, y póngase en su lugar otro que sea digno.
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14 Pero si el sitio lo requiere, o la comunidad lo pide razonablemente y con humildad, y el abad lo juzga conveniente, 15 designe mismo su prior, eligiéndolo con el consejo de hermanos temerosos de Dios. 1 Guarde cada uno su puesto en el monasterio según su antigüedad en la vida monástica, o de acuerdo al mérito de su historia, o según lo disponga el abad. 2 Este no debe perturbar la grey que le ha sido confiada, disponiendo algo injustamente, como si tuviese un poder arbitrario, 3 sino debe pensar siempre y cuando ha de rendir cuenta a Dios de todos sus juicios y acciones. 4 Y si razonablemente, con humildad y caridad critica o advierte algo, considérelo prudentemente el abad, no vaya a ser que el Señor lo haya enviado precisamente para eso. 1 Los hermanos que trabajan muy lejos y no pueden asistir al oratorio en el momento debida, 2 y el abad admite que es de esta forma, 3 hagan la Obra de Dios allí mismo donde trabajan, doblando las rodillas con miedo de Dios. 4 Lo cual vamos a hacer convenientemente, si nos apartamos de todo vicio y nos entregamos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia.