Métodos para Oracion San Benito Paso a paso

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1 En el monasterio debe evadirse toda ocasión de presunción. 2 Por eso establecemos que a absolutamente nadie le sea tolerado excomulgar o golpear a alguno de sus hermanos, si el abad no lo ha autorizado. 3 «Los trasgresores sean corregidos públicamente para que teman el resto» . 1 Los hermanos que van a salir de viaje, encomiéndense a la oración de todos y cada uno de los hermanos y del abad. 2 Y en la última oración de la Obra de Dios, hágase siempre conmemoración de todos y cada uno de los ausentes. 12 Si es posible, provéase a todas y cada una de las pretensiones del monasterio, como antes establecimos, a través de decanos, según disponga el abad, 13 tal es así que siendo muchos los encargados, no se ensoberbezca uno solo.

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3 Dése asiste para los enclenques, a fin de que no hagan este trabajo con tristeza; 4 y aun tengan todos asistentes según el estado de la red social y la situación del lugar. 5 Si la red social es abundante, el mayordomo sea dispensado de la cocina, como asimismo los que, como ya dijimos, están ocupados en cosas de mayor herramienta. 6 Ante todo, que el mal de la murmuración no se manifieste por ningún motivo en ninguna palabra o gesto.

3 Cuando se anuncie un huésped, el superior o los hermanos salgan a su acercamiento con la más solícita caridad. 5 No den este beso de paz antes de la oración, sino más bien después de ella, gracias a las ilusiones mefistofélicas. 1 El hermano que es enviado a alguna diligencia, y espera regresar al monasterio el mismo día, no se atreva a comer fuera, aun en el momento en que se lo rueguen con insistencia, 2 salvo que su abad se lo hubiese mandado. 8 Lo que cada uno de ellos proporciona propóngaselo a su abad, y hágalo con su oración y consentimiento, 9 pues lo que se hace sin permiso del padre espiritual, hay que considerarlo más como presunción y vanagloria que como algo meritorio. 24 A los hermanos enfermos o enclenques encárgueseles un trabajo o una tarea tal que, ni estén ociosos, ni se sientan agobiados por el peso del trabajo o se vean obligados a abandonarlo. De ahí que los hermanos deben ocuparse en ciertos tiempos en el trabajo manual, y a ciertas horas en la lectura espritual.

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10 Preocúpese mucho el abad de que los mayordomos y los servidores no descuiden a los enfermos, pues es el encargado de toda falta cometida por los acólitos. 1 Sírvanse los hermanos unos a otros, de forma que nadie se dispense del trabajo de la cocina, a no ser por patología o por estar ocupado en un tema de mucha utilidad, 2 pues de ahí se adquiere el premio de una caridad muy grande.

9 Y siempre y en todo momento calcúlese asimismo la hora de la cena o la de la única comida de forma que todo se lleve a cabo con luz natural. 5 Juzgue el superior si la necesidad del sitio, el trabajo o el calor del verano requieren más, cuidando en todo caso de que no se llegue a la saciedad o a la embriaguez. 6 Si bien leemos que el vino de ningún modo es propio de los frailes, como en nuestros tiempos no se los puede persuadir de ello, convengamos al menos en no beber hasta la saciedad sino más bien equilibradamente, 7 pues «el vino hace apostatar hasta a los sabios» . 12 No lean ni canten todos los hermanos por orden, sino más bien los que edifiquen a los oyentes. 10 El hermano lector de la semana va a tomar algo de vino con agua antes de comenzar a leer, gracias a la santa Comunión, y a fin de que no le resulte penoso aguantar el ayuno. 6 Sírvanse los hermanos unos a otros, tal es así que los que comen y beben, tengan lo necesario y no les realice falta pedir nada; 7 pero si necesitan algo, pídanlo llamando con un sonido más bien que con la voz.

Concédenos la gracia de santificar nuestros afectos más queridos. ¡Oh glorioso San Benito, que fuiste blanco de persecuciones y guardaste la paz de tu alma a través de la tiernicidad de la paciencia! Alcánzanos el don de la paciencia y la felicidad de perdonar las ofensas, tú que perdonaste a los que atentaron contra tu vida y te expulsaron de tu país, y que misericordiosamente pediste al Señor les perdonara, llorando su ceguera y horrible fin.

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4 Y aquel a quien el abad se lo mande, hágalo con humildad, gravedad y miedo. 2 Entonen por orden los cánticos y antífonas, tras el abad, esos que han recibido esta orden. 1 El llamado a la Hora de la Obra de Dios, tanto de día como a la noche, es competencia del abad.

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